Después de 42 anys, la National Symphony Orchestra de Washington volvió al Palau de la Música Catalana con un despliegue impresionante y su director Gianandrea Noseda, para interpretar un programa de compositores del S. XX y XXI.

Un concierto que empezó con el estreno europeo del Concierto para orquesta Wake up, del compositor residente en el Kennedy Center, Carlos Simon. Una obra que sorprendió al público por sus matices y que recordaba las bandas sonoras de múltiples películas.

Seguidamente, apareció la gran invitada, Hilary Hahn. Con un vestido de gala, interpretó el Concierto para violín de Korngold. La complicidad con la orquesta y el director fue clara, intercambiando gestos y miradas, para marcar un Allegretto Finale perfecto.

La violinista quiso agradecer  los largos aplausos al público con dos bises. En primer lugar, la primicia mundial de una obra que el mismo Simon ha compusto para ella, Shards of the light; seguida de la Partita núm. 3, Gavotte en rondeau, de J.S.Bach.

En la segunda parte, orquesta y director superaron el gran nivel de lo anterior, con una Sinfonía núm. 5 de Shostakóvich "desesperada", como la definió el mismo director, fue de una execución impecable. 

Un Palau de la Música sin palabras que aún pudo escuchar un breve bis más, Nimrod, de las Variaciones Enigma, de Edward Elgar. Un público que vivió un concierto para recordar, con unos artistas que quisieron agradecer su asistencia apareciendo para firmar, donde ya les esperaba una larga fila de admiradores.